El imperialismo y su expansión en el mundo de mediados del siglo XIX a 1920

El imperialismo también llamado “La era del Imperialismo” se refiere a una época de la humanidad que comprende desde el año 1871 hasta el año 1914 justo antes de iniciar la Primera Guerra Mundial.

CARACTERÍSTICAS DEL IMPERIALISMO

          1.-No hay guerras importantes entre los Estados más grandes

          2.-Hay un alto crecimiento económico e industrial

          3.-Los países entran en una carrera por ampliar sus territorios

IMPERIOS PRINCIPALES ENTRE 1871 Y 1914

1.- Inglaterra

2.- Alemania

3.- Francia

4.- España

5.- Italia

6.- Austria

7.- Rusia

8.- Japón

El proceso de expansión europea hacia otras partes del mundo y la apropiación de extensos territorios para la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra nativa y esclava en beneficio de las metrópolis europeas, iniciada desde el siglo XVI, adquirió características diferentes en el transcurso del siglo XIX, que fueron conformando al imperialismo colonialista de los últimos años de esta centuria. La revolución industrial en la producción, en especial la textil, y el desarrollo de nuevos medios de transporte y de comunicación, fueron factores determinantes en la transformación de las políticas de dominación y control colonialista.

El territorio y los pueblos de los continentes asiático y africano fueron presa de las ambiciones de las potencias capitalistas, que explotaron de diversas maneras los recursos naturales y la mano de obra nativas, valiéndose de su superioridad tecnológica y bélica para someter a la población y apoderarse de extensas regiones del planeta.

Las potencias colonizadoras

En el continente europeo, Inglaterra y Francia encabezaban a las economías capitalistas en expansión. La primera, convertida en “taller del mundo” y en la principal potencia marítima, comercial y militar, pregonaba el libre cambio y la eliminación de todos los obstáculos al intercambio comercial, puesto que su crecimiento económico se sustentaba en el desarrollo industrial y el comercio sin barreras. Era, en esencia, una economía compradora de materias primas y alimentos y vendedora de artículos industriales.

La segunda, la más poblada de Europa, había iniciado tardíamente su proceso de industrialización, primero en lo textil y, en los años cuarenta del siglo XIX, en las industrias extractiva y metalúrgica; por lo que en los años sesenta ya era la segunda potencia mundial, sólo atrás de la Gran Bretaña. Como expresión de este desarrollo económico, las dos naciones tenían la mayor cantidad de vías férreas en este periodo, como lo puedes observar en el mapa La expansión ferroviaria en Europa.

El pujante desarrollo capitalista y la hegemonía industrial y comercial alcanzada por estas dos potencias europeas, les permitió extender su control y dominio sobre amplios territorios del planeta para ir configurando imperios, sobre todo a partir del último cuarto del siglo XIX, cuando conformaron conjuntos políticos que integraron territorios de distintos continentes y una diversidad de naciones, razas y culturas. Este proceso de apropiación territorial se vio acelerado por el surgimiento de Alemania como nación, y por su deseo de igualar el poderío económico de las otras dos naciones. Desde principios del siglo XIX hasta esta etapa, las características del proceso colonizador en el continente asiático y en el africano, fueron en términos generales las siguientes.

El reparto de África

Los primeros contactos entre África y Europa se realizaron en el siglo XIV. Los portugueses navegaron las costas africanas estableciendo puntos de control comercial en las islas que funcionaban como escalas en el camino a las Indias. Hacia 1600 los holandeses hicieron presencia en el continente instaurando fortificaciones en distintos puntos de la zona costera, entrando en relación con los portugueses, algunas ocasiones comerciando de mutuo acuerdo y otras haciéndose la guerra. Posteriormente, otros europeos se disputaron los lugares ocupados por Portugal y Holanda. Al inicio del siglo XIX los países imperialistas ya daban pasos firmes para expandir su economía fuera de Europa y a mediados de la centuria los europeos ya tenían un conocimiento estratégico de la zona norte del territorio y de sus recursos naturales. El conocimiento de las vías fluviales y lagos fue definitivo en el proceso de colonización.

La conquista de África fue una de las acciones más infames de la historia, pues se ejecutó como si se tratara de un territorio vacío y su población fue explotada en condiciones de esclavitud. La invasión siempre se basó en la fuerza y su grado de violencia estaba en función de la resistencia que los nativos presentaran, o bien de lo agresivos que fueran los conquistadores. De infausta memoria es la matanza de Blood Rivers, en Sudáfrica, cuando en 1838 los holandeses asesinaron a 3,000 zulúes.

En algunos casos la injerencia en los países se lograba a través de trampas financieras. Las potencias establecían relaciones comerciales y prestaban dinero a los gobiernos autóctonos cuyas condiciones de pago eran inalcanzables. Una vez que se dejaba de pagar, el prestamista intervenía de inmediato y el control del gobierno quedaba en sus manos, como sucedió con Egipto y Túnez. En cualquier caso, el europeo siempre era abusivo con los nativos, por lo que prevalecía un clima de intimidación como una advertencia de lo que les esperaba si se contraponían a sus planes. En otras ocasiones, se llegaba a un acuerdo con los jefes políticos para permitirles instalarse en el territorio y explotar sus recursos y garantizar el consentimiento de la población y con ello la paz, una paz demasiado endeble pues la gente del pueblo era la que sufría el maltrato y la explotación. La posesión de la tierra, con la que los nativos tenían una relación tan especial, fue uno de los conflictos importantes. Los imperialistas despojaron a los poseedores y esa tierra fue acaparada por ciertas empresas de explotación agrícola como la Sociedad germano-belga del Noroeste que poseía en Camerún 9 millones de hectáreas y a la Sociedad del Alto Ubangui que poseía 14 millones. Por supuesto, la fuerza de trabajo era nativa y se le hacía trabajar jornadas de trabajo extenuantes, recibían pagos mínimos, generalmente en especie, y terribles castigos físicos cuando no cumplían con las cuotas de producción asignadas.

La organización política y administrativa del territorio conquistado se hacía de dos maneras: de forma directa cuando la metrópoli tomaba en sus manos el gobierno e imponía sus instituciones políticas y jurídicas, y con frecuencia se establecían asentamientos europeos; o mediante una administración indirecta que consistía en conceder cierta autonomía permitiendo la existencia de gobiernos locales pero totalmente sumisos a la metrópoli, en este caso, los asentamientos blancos no eran necesarios ya que el territorio se encontraba bajo control. Hubo diversos niveles de sometimiento político y de ahí derivaban diferentes formas de colonialismo por lo que su denominación fue variada, existían, entre otros, la colonia, el protectorado, el dominio y el mandato.

La colonización de Asia

En Asia existían estructuras políticas bastante sólidas, había imperios de importancia considerable, como el chino, el persa y el turco, por lo que el tratamiento que los europeos les dieron fue diferente al de las tribus africanas. Cuando se trataba de dominar pequeños territorios con gobiernos indígenas organizados, no se establecía una colonia sino un protectorado, es decir, se rodeaba al gobierno aborigen de consejeros europeos que vigilaban la protección de sus intereses. Un aspecto importante del reparto de Asia es que en él participaron estados no europeos como Rusia, Estados Unidos y Japón.

China        

En el caso de China, ninguna potencia europea pensó en su conquista, dado su desarrollo político. En el siglo XVIII los europeos comenzaron a llegar al imperio interesados en el comercio de té y opio. Fue como resultado de las Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) que Inglaterra obligó a China a abrirse al comercio europeo y a cederle el territorio de Hong Kong, de esta manera el gigante asiático se vinculó a la dinámica capitalista.

En 1894, Japón le declaró la guerra a China (guerra chino-japonesa) y la derrotó gracias su superioridad técnica, el resultado fue la pérdida de Corea, Taiwán y Formosa. El viejo imperio se encontraba en una situación crítica, lo cual fue aprovechado por las otras potencias para dividir el territorio en zonas de influencia de británicos, franceses, estadounidenses, alemanes e incluso italianos. China se vio obligado a firmar diversos tratados, mientras en teoría, la autoridad del emperador chino se mantenía.

Internamente se desarrollaba una oposición y rechazo a la presencia extranjera dando lugar en 1900 al levantamiento de los bóxers, los disturbios fueron muy importantes y frente a ellos Inglaterra, Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Imperio Ruso, formaron un ejército conjunto para combatir a los bóxers. En septiembre de 1901 el levantamiento fue derrotado. Como consecuencia, China quedó a merced de los vencedores imperialistas a quienes debió pagarles indemnizaciones, además de permitirles el comercio sin restricciones. El mapa que se muestra a continuación permite observar las regiones chinas que fueron controladas por los colonialistas y también señala los lugares en que se desarrollaron conflictos armados.

Indonesia y Japón

Indonesia        

Indonesia es un archipiélago formado por miles de islas, así que cuando hablamos de ella debemos especificar a cuál de las islas nos referimos. La de mayor grandeza en el siglo XVI fue Java, que poseía un puerto comercial muy importante en donde se establecían los contactos para comerciar con la pimienta, el clavo, la nuez moscada y la canela, entre otras. Portugal fue el primero en establecer puertos comerciales, pero al poco tiempo llegó Holanda por lo que entraron en disputa, misma que terminó cuando Holanda expulsó a los portugueses.

En 1595 la Compañía privada Van Verre llegó al principal puerto comercial de Java para comerciar las especias. En 1602 la Compañía de la Indias Orientales (VOC) la sustituyó, negociando con los jefes locales logró acaparar el comercio de las especias obteniendo cuantiosas ganancias. El fructífero negocio desató la ambición en los holandeses y entonces comenzaron a ocupar territorios mediante la guerra, protagonizando actos criminales como el asesinato de aproximadamente 7 mil trabajadores chinos (coolíes) que se habían revelado en 1740. Hábilmente, los gobernadores holandeses se habían erigido como intermediarios en los continuos conflictos entre los nativos, quienes a cambio de su intercesión les otorgaban parte de sus tierras, en ellas los holandeses decidían cultivar el producto que mejor se vendiera. En tanto, no se metía más en los aspectos políticos locales. Desde finales del siglo XVIII la VOC comenzó a perder el control, el negocio dejó de dar las ganancias esperadas porque las especias se comenzaron a cultivar en otras tierras y los nativos, pese al contrato de exclusividad con Holanda, comerciaban con otros europeos y, por si fuera poco, en 1795 los franceses controlaban Indonesia.

En 1806 los ingleses asediaban el territorio, y en 1811, tras una breve guerra, ocuparon Java. En 1814, después de una serie de negociaciones, los holandeses recuperaron la colonia y a partir de 1880, bajo la dirección del Estado holandés, se plantearon llevar a cabo una extendida colonización implantando los mismos sistemas de su país. Introdujeron nuevos sistemas de organización administrativa creando tres tipos de funcionarios holandeses, de los cuales uno tenía en sus manos la impartición de la justicia y la resolución de todos los problemas regionales de carácter legal.

En lo económico, los agricultores holandeses introdujeron un sistema de cultivo más intensivo y diversificaron la producción, comenzando a producir té, palmeras de aceite, quina, tabaco y hevea (caucho), al lado de otros productos de gran importancia como el café, la caña de azúcar y el arroz. El control de las plantaciones también estaba en manos de los administradores europeos; éstas funcionaban con trabajo forzado pese a la abolición de la esclavitud, además de que eran siempre vigiladas por hombres armados. Los esclavos recibían azotes y castigos severos cuando llegaban a escapar. Frente a esta situación se dieron múltiples levantamientos que siempre fueron brutalmente aplastados por las fuerzas colonialistas. Indonesia mantuvo su condición de colonia holandesa hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Japón        

Concluiremos este apartado con el caso de Japón. Cerrado al contacto con el exterior hacia el siglo XVIII vivió una serie de convulsiones internas avivadas por la llegada de comerciantes occidentales. Su expansión territorial la comenzó mucho tiempo atrás, entre el siglo VII y VIII en la lógica de las relaciones con el Imperio Chino, las cuales se modificaron una vez que China quedó debilitada a causa del ataque inglés en la guerra del Opio de 1842.

En 1853 Japón corría la misma suerte que China, fue asediada militarmente por Estados Unidos obligándola a abrirse al comercio internacional mediante el Convenio de Kanagawa firmado en 1854. En 1863 comenzó un proceso de modernización conocido como la Restauración Meiji mediante el cual logró un sorprendente desarrollo industrial y militar colocándose en un nivel de potencia a finales del siglo XIX. Este proceso sirvió, a su vez, como una manera de protegerse de la amenazante dominación occidental. En esta etapa Japón continuó con su proceso expansivo pero ahora dentro de la lógica del imperialismo.

En 1895, después de derrotar a China, Japón se anexó Formosa (actualmente Taiwán). Rusia también es derrotada por Japón y pierde Corea en 1905, la cual es administrada como un protectorado, asimismo se adjudica Sajalín y las Kuriles, Guam y las islas Marianas, y a Manchuria la vuelve una zona de influencia. Es de hacerse notar que todas las conquistas japonesas se realizaron en zonas aledañas a su territorio, lo que constituye una diferencia con las potencias occidentales que sí incursionan en tierras más lejanas. Japón perdió sus colonias como resultado de su capitulación en la Segunda Guerra Mundial.

Señalados en rosa y rojo se encuentran los territorios ocupados por los japoneses, las fechas permiten identificar los que corresponden al período 1870-1914.

América Latina

En el transcurso del siglo XIX América Latina había logrado independizarse de las antiguas metrópolis, en tanto que el capitalismo europeo experimentaba un desarrollo industrial vigoroso. Una vez libre del yugo colonial la zona se presentaba como un mercado atractivo para la colocación de productos y capitales imperialistas, así como surtidora de materias primas. El acercamiento europeo a la región fue cauteloso ya que Estados Unidos había advertido en la Doctrina Monroe el rechazo a cualquier tipo de intervención europea. A finales del siglo, Latinoamérica ya se encontraba integrada en el sistema económico internacional a través de importantes relaciones comerciales.

El imperialismo inglés llegó desde 1860 a través de préstamos, inversiones directas -dirigidas principalmente a la construcción de ferrocarriles y al financiamiento para la construcción de puertos-, líneas de navegación, electricidad, agua y teléfono, aventajando a las otras potencias. Al finalizar el siglo, los capitales franceses, alemanes y norteamericanos ya invertían en Latinoamérica. Para 1880 la actividad inglesa tuvo que hacerse compatible con la de los inversionistas nativos, así, los extranjeros se encargaban de la comercialización y la explotación minera, mientras que el resto de la producción la controlaba la oligarquía nativa (grupo minoritario de la clase privilegiada que controla la política y la economía). En 1885 el grueso de las inversiones se dirigía a Brasil, Argentina y Uruguay; para 1913 se añadieron México y Chile a la lista.

Gracias al desarrollo en las comunicaciones, las exportaciones latinoamericanas aumentaron y se diversificaron, crecieron de un valor de 160 millones de dólares en 1850 a 1,600 millones de dólares en 1912. A los productos tradicionales que se exportaban se añadieron el trigo, la carne, las frutas, metales preciosos y productos minerales. Si bien estas cifras revelan un crecimiento en el comercio, es necesario acotar que el dinamismo económico no fue igual en todos los países y tampoco repercutió en el mejoramiento del nivel de vida de las poblaciones. Por otra parte, las economías latinoamericanas se caracterizaron por ser exportadoras de materias primas, la industrialización fue de hecho inexistente ya que los grupos de poder no se interesaron en ésta, su compromiso con la Patria estaba en relación inversa a sus intereses económicos, los cuales se encontraban más que satisfechos con las ganancias que les dejaba la explotación de los recursos naturales con mano de obra esclavizada.

De esta manera, las economías latinoamericanas quedaron enganchadas a la economía mundial en una relación de dependencia del imperialismo, situación que se mantiene hasta la actualidad, en mayor o menor grado. Habrá que insistir en un hecho: la vergonzosa explotación humana que se vivió en África, tuvo su equivalente en América Latina, en México con los trabajadores del henequén y el tabaco; en Centroamérica en todas las zonas en donde se extraía el caucho o en la construcción del ferrocarril de Panamá, de manera que muchos de los productos que se consumían en Europa iban manchados con el sufrimiento de sus productores.

El cuadro que se muestra a continuación permite observar el incremento de inversiones en América Latina y aun cuando las inversiones francesas y norteamericanas aumentaron de manera importante en 1913, no pudieron competir con Inglaterra.

Estados Unidos y América Latina

A principio del siglo XIX, las exportaciones latinoamericanas se habían intensificado y se mantenían las relaciones económicas con Europa. Los productos haitianos estaban destinados a Francia, los de Guatemala a Alemania, y los de Honduras, Panamá, Puerto Rico, México, Cuba, Colombia y Brasil a Estados Unidos, y como se ha visto, las inversiones norteamericanas aumentaron.

La política que Estados Unidos desarrolló en la región fue de continua injerencia política y económica. Como consecuencia del conflicto que Venezuela tuvo en 1904 con sus acreedores alemanes, ingleses e italianos, el gobierno estadounidense tuvo la oportunidad de reiterar y endurecer la Doctrina Monroe a través del “Corolario Roosevelt”. Los estadounidenses intervinieron en el conflicto venezolano dejando claro que no permitirían que Europa adquiriera una posición preponderante en América Latina.

El Corolario Roosevelt planteaba claramente su decisión de ejercer la hegemonía en la región latinoamericana y en el Caribe por considerarlo fundamental para proteger sus intereses comerciales. Su táctica fue endurecer su relación con los gobiernos latinoamericanos a través de la política conocida como el Gran Garrote o la Diplomacia de cañonero, nombre que se tomó de la costumbre de apostar un barco de guerra en las costas del país agredido para intimidarlo. Esta política era tan agresiva como la que los europeos usaron en África y Asia, con la única diferencia de que los norteamericanos no utilizaron la anexión territorial.

El gobierno estadounidense no consideró económicamente rentable la conquista y colonización de los territorios, en su lugar, usó el acoso militar y después la injerencia política y económica. Por medio de maniobras políticas lograba organizar gobiernos ilegítimos que eran descaradamente incondicionales a sus intereses. Las formas de intervención estuvieron en función de las condiciones específicas del lugar y de la resistencia que opusieran los pueblos americanos. Veamos a manera de ejemplo el muy ilustrativo caso de Panamá. El país de Panamá es un invento norteamericano, su existencia independiente respondió a su interés económico y político por controlar el Istmo de este territorio.

En el siglo XVI la zona llamada Camino Real ya era utilizada para comerciar, después cambió su nombre a Camino de Cruces y durante más de 200 años fue una ruta de comercio. En 1821 Panamá se independizó de España y se unió a la Gran Colombia promovida por Simón Bolívar. En 1830, a consecuencia de la inestabilidad política interna, ésta se disolvió y posteriormente se formó la República de Nueva Granada integrada por Colombia y Panamá, iniciándose desde entonces los intentos de separación panameña.

Fiel a su política intervencionista, Estados Unidos seguía de cerca los conflictos de la región, colocándose a favor de Colombia o Panamá, según su conveniencia. En 1846 firmó con Nueva Granada el tratado Mallarino-Bidlack, con el cual se hacía beneficiario de un trato privilegiado en las transacciones comerciales y de movimientos de personas en el área, reconociendo que Panamá quedaría unido a Colombia.

En 1903 cambió de parecer y junto con Inglaterra firmó el acuerdo Hay-Pauncefote mediante el cual reconocían la independencia de Panamá y declaraban al territorio “zona de importancia internacional”. Colombia se opuso al acuerdo y, con la aprobación de los banqueros estadounidenses y el contubernio de algunos políticos panameños, Estados Unidos llevó a cabo una invasión militar para apoyar la independencia de Panamá, la cual fue reconocida de inmediato por el gobierno yanqui.

Al mismo tiempo, el gobierno norteamericano negociaba con la empresa francesa que había iniciado la construcción del Canal de Panamá, y compró los derechos para continuar con su construcción y explotación. El gobierno panameño aprobó la construcción del canal y firmó un tratado en el que concedía a Estados Unidos los derechos a perpetuidad del canal y la zona aledaña a él de aproximadamente 10 kilómetros a cambio de una cantidad de renta mensual. El canal fue inaugurado en agosto de 1914.

De 1891 a 1914, América Latina y el Caribe padecerían muchas otras intervenciones como podemos ver en el cuadro a la izquierda. La política del Gran Garrote cambiaría posteriormente a la del Buen Vecino, pero las intervenciones siguieron y siguen siendo la constante en la política internacional norteamericana.

AñoPaís
1891Chile y Haití
1895Nicaragua
1898Puerto Rico y Cuba
1899Nicaragua
1902Venezuela
1904República Dominicana y Guatemala
1906-1909Cuba
1907República Dominicana
1909-1910Nicaragua
1910Honduras
1911Honduras
1912Nicaragua, Cuba, República Dominicana
1914México
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